viernes, 2 de marzo de 2018

Nadie nos enseña a ser sanitarios


Todos hemos llegado a casa algún día con la energía y el ánimo por los suelos.

Todos nos hemos planteado si lo hemos hecho bien, si le dimos la respuesta oportuna a nuestro paciente.

Nadie nos enseña a ser enfermeros. A pesar de asignaturas que intentan prepararnos, ¿realmente lo estamos para enfrentarnos al día a día de un hospital, un centro de salud, un centro sanitario, etc.?

Diagnósticos complicados, estrés, ansiedad, preocupación. Nuestros pacientes sufren. ¿Sabemos ayudarles siempre sin que nos afecte a nosotros?

En la mayoría de los casos, cuando alguien se encuentra en un centro sanitario, suele ser uno de los peores momentos de su vida. ¿Estamos a la altura?

A veces no podemos más, estamos agotados, o incluso, quemados. No sabemos cómo hacerlo, cómo responder a esa frase lapidaria. Quizás, nos hemos protegido. Hemos puesto una barrera gigante delante de nosotros para que nada nos afecte, una coraza.

Evitar esa conversación con un paciente que se encuentra muy enfermo o deprimido. Intentar conversar lo mínimo con una familia muy preocupada o ansiosa. No preguntar por su estado anímico por miedo a la contestación. Muchos no estamos preparados para todo lo malo que nos rodea, que es mucho.

Ser enfermero o sanitario no es nada fácil. Nos encanta ayudar, pero muchas veces no sabemos cómo hacerlo. Nos rodea tanta enfermedad y preocupación que solemos compensarlo alegrando nuestro uniforme con cosas bonitas, llenando nuestra vida de color y alegría. Lo necesitamos.

No queramos ser robots, porque la verdadera diferencia está en ser persona y tener la habilidad de ayudar psicológicamente en un momento de revés.

Yo jamás me imaginé TODO lo que conllevaba ser enfermera, y cuando salí de la carrera no me sentía capaz de AYUDAR con todas las letras, holísticamente. Aún sigo intentando aprender, pero cuesta. Ayudar, y que no te afecte, es una ardua tarea que tenemos pendiente.

A esto se le suma nuestro enfado por la situación laboral actual, nuestra decepción con muchas ideas que teníamos para nuestra carrera profesional. Es un cóctel molotov que perjudica al que menos lo merece, el paciente.

Creo que se deberían reforzar las habilidades psicosociales y psicológicas de la profesión sanitaria al completo. Por parte de universidades y de centros sanitarios. Nunca deberíamos dejar de aprender sobre ello, de practicar. Porque la práctica es la salida. Es la única forma de sanar no sólo cuerpos, sino almas. 

Todos somos personas, y una mano amiga también nos vino muy bien a nosotros cuando la necesitamos. Y, además, contar siempre con un equipo de psicólogos en los centros para ayudar en los casos más complicados.

Tenemos algo que ningún robot puede imitar, lo que es mucho en estos tiempos de cambios tecnológicos, tenemos la capacidad de empatizar y verdaderamente, AYUDAR.

Ayudemos, ayudémonos.



viernes, 23 de febrero de 2018

¿Y por qué no hiciste medicina?

Tengo que admitirlo. Pertenezco a ese porcentaje de enfermeros que hicieron enfermería "de rebote".
Sí, yo quería hacer medicina, pero no me dio la nota.

No, no soy una médica frustrada. Todo lo contrario. ¿Entonces?

Sencillo. Como muchos, el problema fue EL DESCONOCIMIENTO.

"¿Enfermería? ¿Qué hace una enfermera?"
Eso me pregunté en el momento en el que, por décimas, no entré en medicina.

En ese momento, DRAMA.

En este momento, EL MEJOR REVÉS DEL DESTINO.

Con distancia y perspectiva analizo la situación. ¿Por qué jamás me planteé hacer enfermería? ¿Por qué todos mis familiares se decepcionaron cuando elegí intentar hacerla? ¿Por qué me sentí menos?

¡Problemón social!

¿Cómo queremos visibilizarnos si desde antes de hacer la carrera muchos partimos con este desconocimiento y estos prejuicios, al igual que todo el que nos rodea?

Admiro e incluso envidio, a todos aquellos que DECIDIERON elegir esta maravillosa profesión como primera opción. Ellos ya conocían lo que significaba. Muchos compartieron momentos con un profesional de la enfermería y se enamoraron de ella.

Desde el minuto 1 en el que tomé contacto con la profesión, ME ENAMORÉ.

No había duda, no había opción a cambio. Todo había pasado por algo. Yo había nacido para esto, para la adrenalina, la empatía, para cuidar.

No me siento mal al aceptar mi origen en la enfermería. Quiero aceptarlo para entenderlo y, sobre todo, para CAMBIARLO. 

Demos a conocer la enfermería. Facilitemos que los futuros enfermeros se enamoren de la enfermería. Démosle a la sociedad una oportunidad de conocernos. Hagámonos visibles, digámosle al paciente, al niño, al adulto: "HOLA, SOY TU ENFERMERA". ¡Que vean lo que valemos!

No soy menos por ser enfermera. Somos parte de algo superior a nuestros egos. Somos parte de una profesión y un equipo que salva vidas. Que salva almas.

No quiero ser médica (profesión a la que admiro y respeto profundamente), quiero ser ENFERMERA. 

Ana Polegre


viernes, 16 de febrero de 2018

EIR, ¿sirve realmente?

A día de hoy, sigo sin entender el EIR (Enfermero Interno Residente).

Vaya por delante que me duele decirlo y que yo sé lo que es el EIR de primerísima mano (me presenté por libre en el 2014 y saqué plaza, aunque renuncié finalmente).

Y quiero que se me entienda bien.

El planteamiento de la especialidad me fascina y me parece súper acertado. La especialización es el futuro aunque sé que muchos compañeros en esto no estarán de acuerdo conmigo, por aquello de la capacidad de movilidad entre servicios con la que contamos actualmente.

Pero, ¿es esto bueno? ¿Eso es lo que va a evitar que desaparezca nuestra maravillosa profesión?

Me temo que no. El mundo tiende a la super especialización, y es la clave para poder dar unos cuidados de calidad.

Ahora bien, ¿el EIR cumple este cometido?

Lo siento mucho, pero no. Actualmente, no.

El examen es una auténtica vergüenza y las opciones al terminar la residencia, más aún.

Un examen, a mi parecer, bastante absurdo. Con preguntas ridículas que, año tras año y si fueran honestos, impugnarían el 70% de las mismas.

¿Es un examen válido realmente? ¿Se valora realmente conocimientos útiles y con proyección a futuro?

Un examen largo, muy largo, cuya finalidad no es otra que la de cansar.
Un examen injusto, con preguntas fuera de contexto y de todo temario.

Lo siento mucho, pero me horroriza. 

Cuando por fin superas el examen y, frente a unos 20.000 compañeros, consigues una de las apenas 900 plazas existentes para FORMACIÓN, llega la hora de valorar especialidad.

¿Dónde está la especialidad de médico-quirúgica? ¿Dónde están esas especialidades en las que la querían dividir: cuidados intensivos, urgencias y quirúrgica? Ya han pasado casi 10 años desde la implantación del plan Bolonia y, muchas, seguimos esperando para mejorar nuestros conocimientos en estas áreas que nos fascinan.

De verdad, qué absurdez. Muchas del resto de especializades que sí están reguladas me temo no sirven para mucho. Sin bolsas de empleo propias al convertirte en especialista, las posibilidades de mejora se reducen a poco.

Tenemos que aceptarlo y reconocer que muchos de nosotros hacemos el EIR por mejorar nuestra formación, pero sobre todo, por escapar dos años de esta situación desastrosa que vive el panorama laboral sanitario.

Hay mucho que mejorar. Muchísimo.

Yo, ahora mismo, no entiendo a las "cabezas pensantes" que están detrás de todo esto.

Por una especialidad REAL, completa y con salidas laborales.

#reconocimientoEIR = #reconocimientoENFERMERIA (que falta nos hace)





viernes, 9 de febrero de 2018

Unos carnavales sin enfermeras sexis

Los carnavales ya están aquí y yo vivo con miedo.

Vivo con miedo de volver a ver una y otra vez enfermeras sexis con jeringuillas gigantes y vestidos minúsculos por las calles.
Ya no mola, chicas, de verdad de la buena.
No sólo es que estemos hartas de este cliché, de esta imagen que se repite tras buscar "enfermera" en Google. Es que es insultante para una profesión y para todas las mujeres. No tenemos por qué sexualizar todo lo que vemos.

Cuando decides verte "guapa" poniéndote un disfraz de enfermera sexy:

  1. Desprecias nuestro trabajo
  2. Perpetúas la idea de que sigamos por debajo de los hombres al ser meros objetos sexuales
  3. Das continuidad al pensamiento de que la enfermera no es un profesional altamente cualificado
  4. Y en mi opinión, no es el mejor disfraz
Ya basta, de verdad. No quiero buscar la palabra "enfermera" en internet y que sigan aparezciendo tiras cómicas obscenas en las que en el 80% de los casos hay un hombre paciente o médico siendo "consolado".

¿En qué momento dejamos que esto siguiera pasando? ¿Alguien nos ha visto de verdad en un hospital o centro de trabajo?

La realidad es muuuuy distinta:








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En general, disfrazarse de algo sexy ya está muy visto. ¿No crees? ¿Es necesario?
Esta pregunta se la dejo a cada una de vosotras (¡y vosotros, que también os gusta quitaros la camiseta a la mínima...).

No hace falta que todo sea sexy... Enfermera sexy, bombera sexy, policía sexy, para ir guapas y divertidas disfrazadas. De verdad que no. El año que mejor me lo he pasado fui de unicornio (no con un tutú y una diadema de Primark, no, ¡un unicornio de verdad!). ¡Ah! Y de nube. :)

¡FELICES CARNAVALES!

Yo lloro por dentro porque este año seré radioactiva y no podré disfrutarlos.
Así que un bailoteo, ¡por mí plis!

Y por favor, hay que pasárselo bien, no ser un pibonazo.



¡La gente nos pedía fotos de lo bien que nos quedó el unicornio! ¡Lo mofletes tenían luces!



¡Equipo nube! Con truenos y todo

sábado, 16 de diciembre de 2017

Desde el otro lado

“Uno debe temerle a la vida, no a la muerte.” - Marlene Dietrich


Vamos por la vida a mil por hora. Somos invencibles. Somos todoterrenos.
Un día, por casualidad, te detectan algo. ¿Porcentaje de que sea maligno? Ínfimo.
“A mí no me toca”. Y te olvidas. Sigues. No te duele nada.
Pero la vida es así. Porque estamos vivos. Justo por eso.
Es maligno. En mi caso, Carcinoma Papilar de Tiroides.


Tal cual. Tan frío y tan bofetada de realidad como abrir un sobre con el resultado de la PAAF.

“¿Carcinoma?” - miro a mi pareja con los ojos como platos. Él está más paralizado que yo, lo noto. - “¿Quiere decir que tengo cáncer? ¡Pero si yo me siento mejor que nunca!”

Y la palabra cáncer entra en tu vida. De verdad de la buena. No la de los días mundiales o la de familiares y amigos. Penetra en tu cuerpo, en tu mente y en tu ser.

Unas horas de puro miedo y ansiedad como nunca había vivido hasta la consulta con mi endocrina. Un miedo desconocido, muy real. Un miedo paralizador. Horas en las que pensé en todo lo que aún quería hacer, en todo lo que quería vivir. Bofetada de realidad. Los problemas de hasta entonces ya no eran problemas. Curioso.


“De todos los cánceres, si hubiera que elegir uno, sería este.” - me dice mi endocrina. Tiene razón, por supuesto que sí. Tengo suerte, pero tengo cáncer. ¡Qué putada!

No os voy a mentir. Lloré, me paralicé, negué el resultado de la prueba. Pensé en mi pareja, ¡vaya mierda! Otro cáncer en alguien a quien quiere.

Compré libros anticancer, me alimenté a base de zumos rojos, verdes, cúrcuma, jengibre y aceite de lino. Cosas que hace una, que le vamos a hacer.

Te miras al espejo; tú estás bien, pero es verdad. El bultito está ahí. Silencioso.


Toca tomar las riendas de lo que te está pasando. Decidir si deprimirte o luchar. No es un trabajo de un día, ni una semana. No soy una superwoman. No os voy a mentir. Soy una persona normal, con miedos. Pero toca seguir con tu día a día. Eso sí, todo ha cambiado.

Las prioridades ya no son las mismas, tus preocupaciones tampoco.

En el fondo, vivir un shock tan grande no es más que un aprendizaje privilegiado de lo que es la vida en realidad. De lo realmente importante. Soy una afortunada, ahora tengo los ojos bien abiertos. Toca reaprender a vivir.


Cuando me enteré, busqué muchísimas información y experiencias similares. Tener referentes a los que le ha pasado lo mismo y están bien, fuertes, me parece vital en el proceso. En mi caso, el simple hecho de saber que Sofia Vergara, muy jovencita, también sufrió cáncer de tiroides, me sirvió para coger fuerza. ¡Si está genial, la tía! Entonces yo puedo con todo, esto no es nada.

Por eso he decidido contarlo, por si puedo ayudar a alguien. Me gustaría decirles que se pasa miedo, sí, pero que pasa. Todo pasa. Y creces, mejoras, lo superas.

Yo estoy recién operada, el martes me intervinieron. Si estás pasando por lo mismo, no tengas miedo. En mi caso y en la mayoría, es una operación sencilla. No muy larga y con una muy buena recuperación. Yo he tenido suerte, no puedo quejarme. Más allá de las molestias típicas, estoy como un roble. :)

No tengas miedo, ve tranquilo. Todo irá bien. Tu mente es la que más te puede ayudar. Apóyate en ti mismo, eres más fuerte de lo que crees. En nada estás en casa con los tuyos, y con un peso menos (literal).

Estos días he aprendido muchísimo como paciente, al otro lado.

Somos auténticos ángeles y estos días me he topado con varios. Compañeros que me han dado la mano, que me han explicado, que me han dicho qué hora era en la URPA, donde no hay luz natural y las horas no pasan, que me contaban cuánto drenaba mi redón. Compañeros que me lavaron, me colocaron mil veces e incluso de hicieron una super coleta con un trozo de crepé.

Ángeles. Mi infinito agradecimiento.


Pero también tenemos mucho que mejorar, compañeros.

En la mayoría de los casos no se trata de ser buen o mal enfermero, se trata de ser persona.

No saber si el que te está atendiendo es tu enfermero, mal. Ansiedad. Ya no te digo lo de presentarse y decir el nombre. Lo ideal, nos ayuda a ubicarnos como pacientes muchísimo.

No preguntar un simple: “¿Qué tal? ¿Todo bien?”. Ayuda. Entrar y salir de la habitación para repartir o pinchar sólo, es bastante deshumanizador. Fuera de un hospital jamás haríamos eso con una persona sin entablar algún tipo de conversación. Nos hemos inmunizado demasiado, compañeros.

Repartir la medicación y no decir lo que hay dentro. Yo soy enfermera y sé que ese Alprazolam que me estás dando antes de dormir, no lo necesito y no me lo voy a tomar, pero ¿y el que no tiene ni idea? Ansiedad. Expliquemos, no cuesta mucho.

Frases como: “Tienes que ponerte tu ropa de ingresada ya”. Acabo de ingresar y mañana me operan, sí, pero soy una persona. ¿Ropa de ingresada? Soy más que un ingreso. Intentemos decir las cosas de otra forma, más suaves.

Hablar con tranquilidad, sin frases agresivo-pasivas. Si te pregunto si ese diazepam es obligatorio, es porque quiero saber si es sólo un intento de que duerma mejor antes de la operación o si es como relajarte muscular. Sólo quiero saber lo que me tomo. “Es una pauta médica, pero haz lo que quieras” no es una respuesta que me ayude.

La lista sigue, todos sabemos en lo que podemos mejorar. No lo apliquemos mañana, apliquémoslo hoy. Seamos la enfermera que queremos tener si nos pasa algo. Seamos HUMANOS. Seamos educados, seamos ayuda, no problema.


Quiero dar las gracias a todo el equipo que estos días me ha atendido y ayudado. Gracias a todas las estudiantes que estuvieron a mi lado, que me animaron, que estuvieron conmigo haciendo más llevadero todo. Gracias a todos los enfermeros que estuvieron a mi lado, preocupándose en todo momento de cómo me sentía.

Quiero daros las gracias a todos vosotros. Por estar ahí, apoyándome en todo momento. Sois un pilar fundamental para mí. Sois mi motor. Sois geniales, sois apurados.

Todavía queda camino, espera, analíticas, tratamientos. Pero no pasa nada, vamos en la dirección correcta. Nos movemos, porque estamos vivos.


Viviremos, lucharemos, seguiremos con nuestra vida. Con los ojos bien abiertos a todo. Y ahora, también desde el otro lado.

Ana Polegre.

Haciendo el tonto en planta a las 48 horas de la Tiroidectomía radical.

¡Música para venirse a arriba en momentos así!:
Haz click sobre el nombre para escucharlas


miércoles, 11 de octubre de 2017

Día Internacional de la Niña

Siempre fui una de esas niñas preguntonas.
De esas que no callan ni debajo del agua y que todo lo cuestiona.
De esas que sacan de quicio a sus padres, y de las que se ganan más de un castigo.
Pero jamás de los jamases mis padres me dijeron: "Eso es cosa de chicos", "Eso es cosa de niñas", "No preguntes tanto", "Las niñas no hacen tal cosa" o "Tienes que ayudar a tu madre porque eres una niña".
Hoy me doy cuenta de la importancia de otras frases que sí me dijeron como "Tú puedes hacer todo lo que te propongas", "Jamás dependas de nadie", "Tienes que estudiar y formarte" o "Tienes que ser una mujer fuerte e independiente".
Lo importante que son las frases que decimos a las niñas.
Lo importante que es lo que ven, los valores que enseñamos.
Las niñas son las mujeres del futuro. Las niñas tienen todo el poder en su interior y el día de mañana explotarán y harán sus sueños realidad.
Las niñas son valientes, las niñas son poderosas.
Y se convertirán en mujeres valientes y poderosas.
Yo no "lloraba como una niña". Lloraba y era una niña.
Yo no "corría como una niña". Corría y era una niña.
Vamos a educar en la igualdad y en el empoderamiento a las niñas de hoy en día. 👧💞

11 de Octubre, Día Internacional de la Niña.